miércoles, 19 de enero de 2011

Un año



Ya pasó un año.
Parece mentira, ¿no?
Hace un año ya que no estamos juntos. Un año sin miradas que se cruzan. Un año sin que mis dedos recorran tu silueta reconocible. Un año entero sin que te haga reír, llorar, gritar...
Un año.
Son otros los dedos que ahora te tocan ávidos y voraces. Otras manos las que te moldean como yo lo hacía. Son voces diferentes las que te susurran al oído sacándote una carcajada o una reflexión.
¿Extrañas mis caricias? ¿Son mejores las de ahora? ¿Cómo te suenan las voces nuevas? ¿Dulces? ¿Seguras? ¿Implacables? ¿Estás mejor ahora que cuando estábamos juntos?
No. No, por favor. No me respondas. No soportaría saber que te sentís mejor. O que estás peor.
Nos quedan amigos en común que me cuentan cosas de vos. Si, ya sé... A veces no puedo evitar preguntarles. Y cuando no lo hago, ellos deben adivinar en mi mirada, en mis gestos, en el tono con que les hablo, que quiero saber algo sobre vos. Tener noticias tuyas, aunque no sean recientes.
Ellos, estos fieles camaradas que acompañaron mi martirio, que comparten conmigo este exilio, me cuentan. De a poco, como si tuviesen miedo de decir mucho. Van soltando palabras mientras tantean mi expresión. Son ellos quienes pintan en mi imaginación escenas nuevas y a la vez reconocibles. Yo intercaló algún comentario. Por ahí hasta me río. Pero por dentro me voy rompiendo. Como un jarrón golpeado al que le ha surgido una "arañita" escondida entre las filigranas y los dibujos. Cada día, imperceptiblemente, esa fisura se convierte en grieta y un día...
Pero no. No va a pasar.
Tengo fuerzas para seguir y vos tenes fuerzas para seguir. ¿O sufrís mi ausencia? ¿Si? ¿No? Es otra cosa que no quiero saber. No cambiaría nada. Ambos sabemos que ni yo voy a volver ni vos me vas a pedir que vuelva. ¿Podrías pedírmelo acaso? Imagino que no. Y si pudieras, si una lámpara maravillosa e improbable te diese la chance de pedir un deseo creo que pensarías desear mi regreso. Pero no lo pedirías. Para no agrandar la herida. Para no agrandar la "arañita"...
Tengo que confesarte algo. Todas las mañana te busco. Mis ojos recorren casi con desesperación esos lugares en donde antes nos veíamos, nos encontrábamos... Pero ahora, apenas te localizo, apenas me aseguro que estás, apartó la vista y me voy. No miró más. No necesito más. Ni me fijo si te seguís poniendo aquel rojo chillón tan llamativo o si mantenés el azul y amarillo con el que te engalanabas casi todos los lunes...
Paso un año para mi. Pasó un año para vos.
No te he olvidado, Crónica.
¿Y vos?